Das últimas vezes que viajei ao
exterior, seja em viagem profissional ou a turismo, sempre procurei trazer
alguns filmes rodados no país visitado. Da viagem no ano passado ao Chile
trouxe uma caixa de Alejandro Jodorowsky, as duas produções de Aldo Francia e
um documentário que eu desconhecia, integrando a Colección Cine Chileno de Autor, chamado Cien Ninõs Esperando Un Tren. Conforme informa o encarte da edição,
“Este documental es considerado, tanto por la crítica como por el público
general, una pieza fundamental de la historia del documental en Chile”. Nem
esbocei hesitação, comprei na hora.
O texto abaixo foi extraído do
site www.analizame.cl, un blog de cine y crítica de cine. Ele
foi escrito em 28 de maio de 2006 por Gonzalo Maza. A abordagem crítica do
filme lembrou-me bastante o texto do Inácio Araújo para o encarte da Coleção Cinema Marginal Brasileiro, fruto da parceria da Heco Produções com
a Lume Filmes. Tanto o filme chileno como os nacionais são analisados sob a
ótica da repressão do período ditatorial que acometeu os dois países, obrigando
seus artistas a se calarem contra os excessos praticados por ambos os regimes.
Aqueles que permaneceram, ou tentaram permanecer em pleno exercício de suas
atividades, encontraram resistência contínua ou foram literalmente banidos de
suas funções. Esses últimos, forçados a se exilarem, assumiram essa postura
como forma de preservar a sua integridade física e artística. Enfim, na época
em que esses filmes foram rodados, empunhar a câmera representava um verdadeiro ato de
resistência.
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Por Gonzalo Maza
Hubo una época en que los cineastas estaban perdidos. Una época larga:
17 años, más o menos. No tanto los exiliados, que fueron los que más películas
hicieron, sino que los que se quedaron. Que sobrevivían de la publicidad, o en
trabajos esporádicos como fotógrafos, o creativos, o lo que fuera. Ignacio Agüero se
dedicó a filmar esa época. Agüero es nuestro cineasta que, junto con Ruiz, más
ha reflexionado sobre los recursos de la imagen en sus películas. Si bien
Agüero es un semblante muy chileno y campechano (no por nada estuvo nominado a
mejor actor por su monólogo en “Días de campo”), y a ratos, en sus películas
aparece interrogando con la seriedad de un hábil detective de investigaciones,
su carrera está marcada, vista a la distancia, por una mirada que estremece.
Agüero no es un documentalista de lo urgente; más bien, le importa lo
imperecedero, lo pragmático, lo sensato. Aquello capaz de sobrevivir los años,
que se mantenga en el tiempo. Sus películas parecen hechas por un archivista
del futuro, que se da los gustos de, en épocas tan cargadas de urgencia, poner
la cámara con calma sobre los más mínimos gestos de humanidad que se pueden ver
en Chile.
De mitad de los ochentas es Cien niños
esperando un tren (1986) que dan hoy en TVN. Sin exagerar, una de las películas claves de la
historia del cine chileno. Un documental que se pone de pie en su propia
dignidad (filmar en 35mm a un grupo de niños de un colegio de población, y a su
encantadora y severa profesora, Alicia Vega),
y que es una reflexión en múltiples sentidos: sobre los horrores del país,
sobre los cineastas de la época (Agüero parece ponerse a sí mismo en la misma
situación de esos niños que debe aprender a hacer cine, desde cero), y sobre
cómo la conexión entre vida y cine expande sus dimensiones en el documental,
que puede ser tan sutil como feroz en un mismo plano.
Para quienes vean la película, podemos hacer el siguiente update: Alicia
Vega siguió haciendo sus talleres de cine para niños hasta el año pasado. Más
de cinco mil niños pasaron
por sus salas, en las comunas de Renca, La Cisterna, Peñalolén, Conchalí, San
Miguel, Recoleta, Pudahuel, El Bosque, La Reina, La Pintana, Macul, Estación
Central, y fuera de Santiago, en Pataguas Cerro (VI Región), Rinconada de Los
Andes (V Región), y Puerto Octay, Queilén, Castro y Ancud (X Región). El suyo
ha sido un trabajo extremadamente laborioso y serio, un acto de amor silencioso
de más de dos décadas de dedicación. Según informan hoy en EMOL, su taller está
detenido por falta de recursos. Es poderosamente simbólico que hoy, cuando las
calles se llenan de estudiantes pidiendo mejor educación, la señora Vega esté
sin financiamiento, ni público ni privado.
Por su lado, Agüero aparece hoy en La Nación Domingo hablando
de su proyecto documental que tiene preparado para el día que muera Pinochet.